Las encuestas dicen que Los Estados Unidos es un país de veras intolerante. Que ha dejado de creer en la democracia y que ya le pesa su auto nombramiento de tierra de sueños y que odia; ahora sí, con odio jarocho; aquel decreto divino de destino ya no tan manifiesto.
Y de repente digo yo; filosofía barata de abuela; que está en su retorcido y enfermote derecho. Que aunque al mundo le cause urticaria- por lo racista del borlote, por el provecho malagradecido de la mano de obra o por lo que sea- poco hay mediante vía legal, más que ejercer presión diplomática, mediática y sí. Ciudadana, faltaba más. Echarles maldiciones gitanas por fascistas y replegarnos juntos a las noticas para seguir el curso de este horrible circo de tres pistas. Pero de ahí en fuera. La triste verdad es que no hay mucho que podamos hacer.
Es triste; y mucho, mucho más que eso, pero no encuentro a decir verdad las palabras; que nuestra propia tierra nos haya desterrado con miseria y descontento; y con inseguridad y hartazgo, de la vida plena y maravillosa que merecemos todos los hijos de esta tierra.
Ahora que las cosas se han puesto color de hormiga y hasta nos hemos ganado que nos vean como a la peste, cuando lo único que hemos querido ha sido progresar; no puedo evitar el hecho de volver a pensar que el problema tiene raíces que irremediablemente se asientan en nuestro propio territorio nacional.
Porque el progreso (siempre el maldito progreso) se encuentra tras una línea; que sin necesidad de vetos ni leyes racistas; no deberíamos tener la necesidad de cruzar.
Si sólo no necesitáramos ver a lo lejos un espejismo para poder crear nuestro propio oasis. Si la vida la tuviéramos al menos; lo humana y democráticamente posible; garantizada en nuestro país, otro gallo nos cantara.
¿Y que le puede cantar una abuela a una horda de políticos de la extrema izquierda cuya memoria histórica no soporta mas de 50 años de historia y sí irremediablemente deja al olvido más de 500 años de trasformaciones y aleaciones raciales?
¿O que le puede al desarraigado que de su propia tierra a sido despedido? probablemente nada más que volver a ser despedido y volver a ser azotado por la necesidad y la carencia.
Insisto en que el problema viene de aquí. No de nosotros pero de aquí. ¿Y que pienso que nos queda? La misma filosofía barata de abuela. Educación, amor, justicia, cultura. Templanza, fortaleza. Lo que tu puedas dar. De otros, no esperes nada.
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