Con los meses que llevo de bloggera, he intentado hablar de todo un poco en tanto que no se bloqueé mi apolillado cerebro de abuela. Pero la verdad, si algo había estado evitando era hablar del aborto; pues sospecho; tengo más arraigado el instinto de madre que el de feminista ultrarradical y hoy por hoy, que todos hemos crecido, no me imagino la vida sin mis mocosos. Entiendo que hay situaciones extremas como cuando ocurre una la violación o cuando la vida o integridad de la madre están en riesgo. Creo que en ese sentido es justo y perfectamente aceptable. Y tan cierto como que cada mujer es dueña y señora de su cuerpo. En ese sentido, la despenalización del aborto (como en el DF hace dos años más o menos) libra a muchas mujeres ser enjuiciadas judicialmente luego de hacer sufrido la conmoción de una violación y de recibir un trato insalubre que muchas veces termina con la muerte. El meollo del asunto no es desacreditar la medida ni señalar a las mujeres que han aplicado en ella. Creo que el punto es entender sólo que el aborto no es un método preventivo de la natalidad. Los embarazos no deseados- con sus salvedades- se previenen. Y prevención quiere decir cuidarse con antelación.
En mi humilde opinión, el aborto es una medida justa y hasta necesaria en determinadas situaciones; pero no una solución para los descuidos, los olvidos o el ups! sucedío. La prevención es simple y accesible. Ya ni las madres debemos escandalizarnos porque nuestras hijas busquen llevar una vida sexual sana, plena y libre de complicaciones. Porque se vale. Así de simple.
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